Quieres glow, menos granitos y una piel desinflamada… pero sigues ignorando lo que comes. El skincare empieza en el intestino, y la fibra es una de las herramientas más poderosas (y menos glamorosas) para tener una piel saludable desde adentro.
¿Qué tiene que ver la fibra con tu piel?
Muchísimo. La fibra alimenta a las bacterias buenas de tu intestino (tu microbiota), y una microbiota sana regula hormonas, controla inflamación y ayuda a eliminar toxinas. Todo eso se refleja directamente en tu piel.
Beneficios de consumir más fibra:
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Menos brotes hormonales: especialmente si tienes SOP, desbalances o acné adulto.
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Desinflamación: reduce enrojecimientos, piel inflamada y sensibilizada.
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Mejor eliminación de toxinas: lo que no sale por el intestino… puede salir por la piel.
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Glow natural: una piel con mejor digestión refleja más luminosidad y menos textura.
¿Cuánta fibra necesitas?
Al menos 25-30 g al día, pero la mayoría de las personas consume menos de la mitad. La buena noticia: no tienes que obsesionarte. Solo empieza agregando más alimentos reales, no procesados.
Ejemplos fáciles de fibra diaria:
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Semillas de chía (1 cucharada tiene 5g)
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Avena, lentejas, garbanzos
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Frutas con cáscara: manzana, pera, guayaba
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Verduras verdes y crucíferas: brócoli, espinaca, col rizada
¿Y si tengo el intestino lento?
Empieza poco a poco. Agrega fibra con agua, muévete más, y considera suplementos como psyllium husk si lo necesitas. La clave es la consistencia, no la perfección.
Cuidar tu piel no es solo cremas. También es lo que pones en tu plato.
Si estás cambiando tu rutina de skincare, empieza también con cambios simples en tu alimentación —tu piel te lo va a agradecer con ese glow natural que no se compra, se cultiva.
